ASÍ NOS HABLA : Ricardo Delgado Salazar

Los marcos de acción colectiva y sus implicaciones culturales en la

Construcción de ciudadanía

El estudio de los movimientos sociales ha experimentado un notable desarrollo y ha adquirido gran relevancia en la sociología y en la psicología social y política en las últimas dos décadas

La organización social es una cuestión de debate y deliberación permanentes, podríamos deducir que la primera característica de un movimiento social es su orientación hacia el cambio social.

De esta manera, la tesis que orienta el enfoque de los «marcos de la acción colectiva» se centra en reconocer que la motivación y participación de las personas en procesos de movilización para la acción, se hallan directamente vinculadas con la construcción de marcos de interpretación a través de los cuales las y los miembros de un movimiento social atribuyen su significado a ciertos acontecimientos sobre la problemática social; así mismo, configuran sus referentes de identidad colectiva y establecen sus expectativas de éxito y eficacia. Tales aspectos son relevantes para que se desarrollen acciones de participación ciudadana y de protesta social.

el poder de incidencia del movimiento social radica en la capacidad que éste tiene para articular y difundir un discurso capaz de influir en las definiciones compartidas por sus miembros en la acción colectiva.

El concepto de culturas políticas es concebido como el acervo de conocimientos, saberes y prácticas que configuran la construcción de universos políticos diversos que los actores sociales producen, y desde los cuales se anima el tejido de relaciones, confrontaciones e intercambios de significados, en torno a la construcción colectiva de un orden social; constituyendo también contextos plurales de significación y enunciación de las identidades políticas, desde las cuales se interpreta el mundo de la política y se orientan las formas de organización y manifestación de la acción política de los actores sociales en la esfera de lo público. El campo de identidad de los protagonistas consiste en una serie de significados atribuidos a la identidad de los individuos y grupos destinados a convertirse en los defensores de la causa del movimiento; como es el caso de atribuciones centradas en algunos líderes, personajes célebres o seguidores de base. Se incluye también en esta categoría a las y los seguidores del movimiento, entre quienes se destacan las víctimas inocentes, poblaciones afectadas que se corresponden con los propósitos centrales de la organización, permitiéndole a ésta ubicarse en el escenario social con una identidad pública que le posibilita diferenciarse de otros grupos, definiendo sus alcances y límites. El campo de los antagonistas consiste en las atribuciones de identidad a individuos y grupos que se oponen al movimiento, las cuales incluyen ciertas declaraciones sobre los contra movimientos, sus líderes y sus discursos. Y en relación con el campo de las audiencias, las atribuciones de identidad se dirigen a individuos o grupos a los cuales se asume como imparciales, o bien observadores no comprometidos, y que pueden reaccionar ante las actividades del movimiento como posibles públicos simpatizantes.

El liderazgo, en tanto expresión de la capacidad reflexiva de los movimientos sociales, es asumido, en esta oportunidad, como un proceso de construcción colectiva donde se gesta la capacidad de las y los asociados para revisar permanentemente los supuestos que definen la finalidad de su acción colectiva, para adaptarlos a las cambiantes situaciones del contexto sociopolítico y para, al mismo tiempo, hacer compatibles las motivaciones y expectativas de sus seguidores con las motivaciones colectivas de la organización. Por ende, el ejercicio de un liderazgo político implica canalizar las diversas iniciativas en una planificación conjunta de los objetivos y metas del colectivo, proponer una acción organizada para la toma de decisiones acerca de la distribución de los recursos, y definir ciertas líneas de acción que conduzcan al cambio en la cultura política del entorno.


RECOMENDACIÓN DEL DÍA

“Aunque poco es el ropaje que me reviste cuando estoy frente a ti, voy a seguir despojándome de todas mis prendas. Así seguirás viendo las vergüenzas de las que me enorgullezco”.
Gabriel Bermúdez

Gracias a una compañera muy cercana, llegó a mis manos. Se trataba de un libro algo singular, pues poco – diría yo – se encuentra en las bibliotecas o dispuesto para la venta. De hecho, es muy difícil conseguirlo.


Creo que los pocos ejemplares existentes se encuentran en los anaqueles de quienes sentimos alguna simpatía por la historia del movimiento estudiantil o, en algún momento, nos involucramos en su turbulenta dinámica.

El texto al que me refiero se titula Al calor del tropel, del profesor universitario Carlos Medina Gallego. Desde su punto de vista “es una crónica novelada de la historia del movimiento estudiantil de la Universidad Nacional en la década de los sesenta”. Sin embargo, e independiente de la denominación con la que el autor etiqueta su libro, este ofrece varias historias que se soportan y tejen un episodio histórico en la vida del sector.

Cada vez que leo y releo las vidas contenidas en su interior, me lleno de nostalgia. No precisamente porque me vea en algún personaje. Por el contrario, me remonta a ciertos acontecimientos propios de la vida universitaria y, en particular, del movimiento estudiantil, los cuales se repiten casi de forma cíclica e interminable: la fila en la cafetería; las reuniones, discusiones entre organizaciones y asambleas; la militancia política; las jornadas de carteles, murales y pintas; los mítines, marchas y tropeles…

Esta remembranza, inevitable por la lectura del texto, hace aparecer a Manuel, Omaira, el Negro, Antonio, el Mono, Ismael, Gloria y otros. Cada uno parece una historia aparte, pero poco a poco van relacionándose. Para ello, el autor divide el libro en tres: la primera parte se la dedica a la presentación – por así decirlo – de los personajes; en la segunda centra su atención en los problemas de cada uno, los cuales son a su vez los conflictos de todos (ya que son o están cercanos al activismo de aquel entonces); y la tercera parte se la consagra al desenlace de cada historia y, en general, a precisar la del movimiento estudiantil.

No puedo negar que junto a la aflicción trasmitida por el texto, el empleo de los recursos narrativos me llama bastante la atención. Estos le ofrecen dinamismo al relato por cuanto favorecen la simultaneidad de las historias; sobre todo porque controvierten la estructura secuencial de la crónica sin desnaturalizar su propósito. Además, privilegian descripciones certeras sobre situaciones tensionantes o eróticas y enriquecen el universo del texto con algunas figuras retóricas que le permiten al autor decir cosas comunes con otras palabras.

No obstante, y por encima de los sentimientos que me suscita el libro, debo destacar algunos lugares comunes en los que este sumerge, los cuales impregnan las historias de los personajes con simplicidades obvias o de expresiones propias del “mal gusto”, es decir reiterativas, con exceso de calificativos y que lindan con algunas manifestaciones algo burdas del lenguaje coloquial.

De igual forma, las vidas entregadas al activismo y la militancia política sin contradicción mayor, empantanan a la mayoría de los personajes con certezas y verdades absolutas. Por más definidos que parezcan, su valía – se supone – debe radicar en la capacidad de enfrentar las dicotomías propias de la existencia humana. En ocasiones se puede apreciar un ápice de esto y sólo en algunos de sus personajes, quienes en el marco de su actividad política tienen que enfrentarse, por ejemplo, al amor.

Estos detalles, aunque representen falencias para el texto, no le restan contundencia a la intención de Carlos Medina Gallego. Eso de partir de sucesos reales, al mejor estilo de un buen cronista, pero organizándolos de tal manera que no se ciñan estrictamente la estructura de una crónica, le otorga valía al libro. Fundamentalmente porque hay una experimentación a la hora de escribir un texto sujeto a los parámetros de la realidad, pero sin la pretensión de ser plenamente objetivo.

En este sentido, la etiqueta con la que Carlos Medina Gallego denominó su libro, se ajusta a la pretensión de no ubicarlo plenamente dentro del ámbito literario. Sin embargo, debo reconocerlo, no sé hasta qué punto valorarlo como una “crónica novelada”, en tanto dicha denominación – hasta el momento – carece de un fundamento sólido. Por el contrario, considero necesario ubicarlo dentro de la crónica literaria, mas cuando tiene el merito de ser un texto narrativo organizado de conformidad con sus lineamientos y apela a un tratamiento en la forma y el lenguaje que le otorga visos literarios.

Además, es justo decir que, independiente de las remembranzas provocadas en quienes transitamos por el camino del movimiento estudiantil, es un libro que merece lectura. Quizás porque presenta una propuesta novedosa, o de pronto para ser cuestionado o analizado, o tal vez para hacer un barrido por los nostálgicos lugares de la Universidad Nacional y acercarse, desde un punto de vista no oficial, a una parte de la historia de lo que aconteció en el seno de las universidades publicas.

Escrito por:
Gabriel Bermúdez

Ficha del libro:
Medina Gallego, Carlos. Al calor del Tropel. La U.N. Crónica de una década. Alquimia ediciones. Bogotá. 1992. 210 paginas.

OTRA OPINIÓN : Mauricio Archila

MOVIMIENTOS SOCIALES, ESTADO Y DEMOCRACIA

Por movimientos sociales entendemos aquellas acciones sociales colectivas más o menos permanentes, orientadas a enfrentar injusticias, desigualdades o exclusiones, y que tienden a ser propositivas en contextos históricos específicos. Hemos optado por hacer el seguimiento de una categoría más aprehensible: las protestas sociales. Ellas constituyen el conjunto de acciones sociales colectivas que expresan intencionalmente demandas o presionan soluciones ante el Estado, las entidades privadas o los individuos. Vamos a realizar un balance crítico de la producción intelectual sobre la acción social colectiva en cuatro momentos que expresan a su vez algunos modelos teóricos vigentes en nuestro medio. De esta forma, veremos el nacimiento y evolución de un tema que, lejos de estar muerto, sigue vivo no sólo entre los analistas y no pocos políticos, sino, y sobre todo, entre los actores sociales.

El tipo ideal de las clases sociales era el proletariado, que además era el llamado a conducir la revolución, pues no tenía más que sus cadenas por perder. Lo anterior no significa que desconozcamos la importancia de la categoría de clase social para el análisis de nuestra sociedad. Lo que criticamos es la reducción que de ella se hace a la esfera productiva, lo que a todas luces la hace incompleta para explicar la complejidad del conflicto social. Clases sociales tendremos por mucho tiempo y ellas seguirán siendo fuente de identidades, pero ellas no son los únicos actores sociales

En forma casi imperceptible el énfasis de los investigadores sobre los movimientos sociales pasó del obrerismo a algo así como un populismo metodológico. Ya no sólo se hablaba de proletariado, sino de un conjunto de clases explotadas y oprimidas que a veces se designaba como pueblo, a veces como movimiento popular y a veces simplemente como movimiento social en singular.

La categoría de movimientos sociales ingresa al lenguaje de nuestras ciencias sociales y desplaza, aunque no siempre, los conceptos de clase y de pueblo. Se trata de un avance indudable en términos teóricos, pues desprende el análisis del economicismo predominante en anteriores momentos. Otras dimensiones de la realidad social constituyen objeto no sólo del conflicto , sino de la reflexión académica. Ya la lucha social no se explica meramente por las contradicciones en la esfera productiva o, cuando más, en la de distribución y consumo. Dimensiones culturales y simbólicas entran en la agenda de los actores sociales y en la mente de los investigadores. La construcción de identidades en los actores colectivos cobra importancia y hay más sensibilidad intelectual a las diferencias de género y étnicas.

Pero también en este momento aparecen nuevos entendimientos de la relación entre las esferas social y política. Al desmontarse el paradigma de la lectura clasista se cuestiona la esencialidad de lo socioeconómico como predeterminante de lo político. Por la misma vía se duda de la pureza de los actores sociales y de su ilimitada capacidad de autonomía. Entre los intelectuales y no pocos activistas se comienza a percibir que los movimientos sociales per se no son revolucionarios. Por tanto, las relaciones con el Estado se miran en forma distinta: ya no hay total enemistad, sino que a veces se plantean relaciones complementarias, lo que no quiere decir que se suprima el conflicto que muchas veces se focaliza contra el manejo que hace el ejecutivo de las políticas sociales.

Las tensiones entre lo local, la región y la nación se consolidan en la agenda de la movilización ciudadana otorgando una base social a las políticas de descentralización. Hay, por último, novedosos brotes de organización y movilización por la paz y la vigencia de los derechos humanos, por problemas ambientales, de ejercicio de la sexualidad y aun de objeción al servicio militar. Si ya no hay una centralidad de lo socioeconómico, pierde vigencia la primacía clasista en la lectura de la realidad, lo que no quiere decir que se suprima el conflicto. Por el contrario, éste prolifera en esferas antes no pensadas, incursionando hasta en el ámbito privado de la familia, como lo señalan las feministas con acierto. Por último, pero no menos importante, la fragmentación y degradación de las violencias afecta particularmente a los movimientos sociales, pues siega la vida de muchos dirigentes y activistas, entorpece, si no anula, la cotidianidad de las organizaciones y cercena notablemente su autonomía, no sólo con relación al Estado, sino con los diversos actores armados. El problema de los actores sociales en el país no es propiamente la cantidad de villanos y oportunistas que se les incorporan, como diría Humberto de la Calle, sino la amenaza a su existencia física y simbólica.


ALGUNAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS : FUN Y ACEU

TODOS Y TODAS A CONSTRUIR UNA UNIVERSIDAD DEL TAMAÑO DE NUESTROS SUEÑOS...

"Tampoco aceptamos como destino profesional la mercantilización

de nuestras vidas como alternativa a la desocupación.
Nuestra formación ha pesado sobre el trabajo del pueblo …
y sentimos el deber de permanecer a su servicio."

Universidad nacional de Tucumán, Argentina 1969

Como estudiantes de educación superior hemos tenido un año colmado de retos, desafíos y avances; nos enfrentamos y vencimos a un gobierno pro-imperialista y neoliberal que pretendió imponer una nueva Ley de educación superior al servicio de aquellos quienes controlan el poder económico y político. Esta vez sucedió algo inesperado para las clases dominantes, el movimiento estudiantil consciente de la tarea histórica que se le presentaba, decidió fortalecer sus lazos de unidad, avanzar y profundizar la lucha por la defensa del derecho a la educación. El movimiento estudiantil se dio a la tarea de dar en un salto cualitativo en materia organizativa y programática, construyendo la Mesa amplia Nacional Estudiantil (MANE) y desarrollando el Programa Mínimo de los estudiantes.

Hoy, la MANE se constituye en el acumulado de luchas, movilización, propuestas y desarrollos organizativos de los y las estudiantes que por varios años han irrumpido en la escena política nacional luchando por una educación diferente. Tan importante proceso organizativo ha liderado la pelea por una nueva Ley para la educación superior democrática y popular, donde ésta sea un derecho fundamental e inalienable, gratuita, con verdadera autonomía universitaria y donde la academia responda a los intereses de la sociedad colombiana. Es por esta razón que hoy podemos decirle al pueblo colombiano que ¡SI ES POSIBLE, SI SE PUEDEN ARRANCAR DERECHOS CON LA LUCHA ORGANIZADA!. Ésa es la gran lección que nos ha dejado este periodo de lucha, el proceso de la MANE y el acompañamiento de diferentes sectores del pueblo, demostraron que unidos, organizados y en las calles logramos la conquista de nuestros derechos.

Habiendo cumplido los objetivos del semestre pasado tenemos nuevas metas por alcanzar, la construcción de una ley de educación superior democrática y popular deberá ser la próxima victoria que el pueblo colombiano haga suya. El Gobierno Nacional persistirá en su carrera por feriar el país entre los megamonopolios, ofertando la soberanía y protegiendo la inversión extranjera sin ningún pudor, arrebatándonos el agua, los bosques, nuestros territorios y nuestros de derechos. Sin lugar a dudas el movimiento estudiantil organizado en la MANE es un obstáculo para sus planes, por eso ha intentado dividirnos, aislarnos, deslegitimarnos y no cesará en su intención de cooptación mostrándose como el gran conciliador.

Como FUN Comisiones MODEP junto con otras organizaciones, procesos y acumulados estudiantiles que hacemos parte de la MANE, tenemos un compromiso impostergable con la historia, la construcción programática, que este año nos arrojará la Exposición de Motivos y el articulado de una ley de educación superior democrática y popular. Sabemos que no es una tarea fácil, por ello hemos plasmado en una Propuesta de Exposición de Motivos, todos nuestros aportes políticos y académicos sobre educación superior que hemos construido en nuestros 13 años de existencia. Invitamos a estudiantes, profesores, trabajadores y a todo aquel que quiera construir esta valiosa apuesta por una educación diferente a que conozca, retroalimente y debata la propuesta de exposición de motivos que hemos construido pensando en la educación que los colombianos soñamos y luchamos.

VÍDEO FRANK MOLANO

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